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Qué me ha robado el mes de abril

  • Isabel Aller
  • 7 abr 2020
  • 2 Min. de lectura

Me gusta mucho Joaquín Sabina. Entre su prolífico repertorio, cuenta con una canción preciosa titulada “Quien me ha robado el mes de abril” en la que narra una serie de historias en las que a los protagonistas les sucede algo (que entendemos ocurre en el mes de abril) y tras ese acontecimiento su realidad ya no vuelve a ser como antes.


Esto mismo nos está ocurriendo a nosotros. Ya nada será como antes después de este mes de abril.


Es muy dramático que para muchos esta situación haya conllevado la pérdida de trabajo, o lo que es peor, de seres queridos.


Soy una afortunada ya que para mi las consecuencias se restringen únicamente a las del confinamiento. Emulando al maestro Sabina, (salvando las distancias, Dios me libre de compararme) voy a enumerar lo que a mi me ha robado el mes de abril :


-el momento de pausa, soledad y quietud muy temprano por la mañana, en el que me maquillo rápido cuando todos duermen en casa mientras apuro un café súper cargado


-un apretón de manos bien fuerte a un cliente cuando llegamos a un acuerdo.


- las dinámicas de grupo en cursos y talleres presenciales en las que todos estamos muy juntos y celebramos los éxitos conjuntos.


-despedirme con un abrazo de una sesión de Coaching con un cliente.


-comidas de trabajo en un restaurante de “menú del día”, aprendiendo de compañeros, propiciando colaboraciones y encontrando soluciones entre todos.


- los momentos del coche en el que, tras recoger a mis hijas del cole me cuentan sus anécdotas del día, quitándose la palabra, haciéndome partícipes de sus pequeños y maravillosos mundos.


-las conversaciones casuales y triviales con un vecino al que encuentras en la calle y te paras a hablar.


-las quedadas con amigos a comer o tomar café en el centro de Madrid, en un lugar atestado de gente, hablando de lo divino y de lo humano, arreglando el mundo y riendo por cualquier tontería.


-los gritos y las risas de los viernes por la tarde, en mi casa, llena de niñas amigas de mis hijas.


-los miles de besos que le doy a mi sobrinito de dos años.


-el vinito que me tomo muy despacio con mi marido en un bar cerca de mi casa, teñido de conversaciones calmadas.


-las excursiones con mi familia, los cinco juntos, a cualquier lugar cerca de Madrid.


-el cine y cenita fuera los sábados por la noche con toda mi familia.

Queridos, y es que eso que llamábamos RUTINA era, en realidad LA FELICIDAD.


Acerca de todo lo positivo que el confinamiento nos ha dado, ya escribí otro post sobre el que podría añadir mucho más ya que, desde luego, esta situación es una oportunidad única para VALORAR.




 
 
 

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